La educación se considera una parte fundamental en los cuidados del paciente diabético. Las personas con diabetes utilicen o no insulina, tienen que asumir la responsabilidad del control diario de su enfermedad. Por ello es clave que entiendan la enfermedad y sepan cómo tratarla. Se entiende por educación estructurada para pacientes aquella que se proporciona mediante un programa planificado y progresivo, que es coherente en los objetivos, flexible en el contenido, que cubre las necesidades clínicas individuales y psicológicas, y que es adaptable al nivel y contexto culturales.
El objetivo de la educación de las personas con diabetes
es mejorar el conocimiento y las habilidades, capacitándolas para asumir el
control de la enfermedad e integrar el autocontrol de la enfermedad en la vida
cotidiana. Los objetivos específicos de la educación son conseguir mejoras en
las siguientes áreas:
- Control de factores de riesgo, incluidos glucemia, lípidos, presión arterial y tabaquismo.
- Manejo de complicaciones asociadas a la diabetes.
- Cuidados del pie diabético.
- Calidad de vida.
- Control glucémico.
- Involucrar al paciente en sus propios cuidados y favorecer su autonomía (autocontrol).
- Promoción de hábitos saludables: dieta, control del peso y ejercicio físico.
- Adherencia a la medicación.
La promoción de hábitos saludables, a través de actividad
física y programas de educación nutricional con el fin de lograr las metas
glucémicas, niveles de lípidos, presión arterial y control o mantenimiento de
peso sano son fundamentales para un adecuado tratamiento y así evitar o
retrasar las consecuencias de la enfermedad. En el cuadro I se muestran los
objetivos de control glucémico y peso en el paciente con diabetes mellitus
sugeridos por la Asociación Americana de Diabetes (ADA, por sus siglas en
inglés), así como los objetivos de control hipertensivos de la Asociación
Americana de Endocrinólogos Clínicos (AACE: American Association of Clinical
Endocrinologists) (Pérez-Cruz, 2020).
El
plan de alimentación siempre debe diseñarse de manera personalizada,
considerando la edad, el sexo, la actividad física, las comorbilidades, la
situación económica y los alimentos disponibles (Pérez-Cruz, 2020).
La Norma oficial mexicana para la prevención, tratamiento y control de la diabetes mellitus (NOM-015-SSA2-2010)3 menciona que el tratamiento inicial se basa en cambios en el estilo de vida, la dieta y el ejercicio. En cuanto al manejo nutricional, se recomienda una disminución de la ingesta calórica, a partir de los hidratos de carbono (HC) refinados y las grasas saturadas, que permita la disminución entre 5 y 10% del peso corporal. Debe iniciarse con una disminución del consumo habitual de 250 a 500 cal/día y así lograr una reducción de 0.5 a 1 kg de peso a la semana, hasta alcanzar un peso sano (Pérez-Cruz, 2020).
El papel de las enfermeras en la alimentación y la diabetes
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